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No sé que tan grande se verá. Y sino usen su imaginación.

El Pancho de la discordia.

Estuve en un remolino cósmico de calor, tejido, un chino, una pelopincho y una mamá que cocina tarta de jamón y queso a las 3 de la tarde con 36° de sensación térmica. No me morí, por supuesto. He sobrevivido al comedor escolar de la escuela técnica, puedo con esto.

En todos estos días, que seguro no llegan a una semana (soy muy fatalista, lo sé) tuve una serie de acontecimientos estrafalarios. O como los llamaría papá: Una serie de boludeces en cadena.

Primero: ¿Vieron cuando tenés ganas de comer algo en específico? Yo el miércoles tenía ganas de comer panchos. Estaba arriba del 306 y tenía ganas de comer panchos con mostaza. No sé si será esa la razón, pero en Monte Grande se subió una chica que emanaba olor a panchos, con mostaza y mayonesa. No sé si serían las ganas de comer panchos que tenía yo las que materializaron a la mina o su aroma de Champions o 314. Estuve media hora o cuarenta minutos con la mina al lado. ¿Ven? A un paso del canibalismo.

Segundo: En el barrio abrieron un nuevo local de Pancholandia. Antes el único que había estaba en Ezeiza, frente a la estación, al lado del Kibón (enfrente del local donde venden bichos y siempre hay olor a caca). No voy a negar que era todo un trámite caminarse 25 cuadras para comerte un superpancho en Pancholandia, pero valía la pena. Ahí viene con todos los chiches, es una cosa de locos. Le podés poner salsas y aderezos que en ningún otro lado vas a encontrar o mandarle aceitunas, tomatitos cherry, pedazos de huevo duro, trozos de vayaasaberqué (Chupate esta Mc Donalds).

Todo bien hasta ahí, me abrieron un local de pancholandia en el barrio. Pero justo cuando iba a ir a comerme un panchito me entero que también venden droga, porro, fasito, todo todo señores. Así que el lugar además de tener al típico viejo leyendo el diario y comiendose un pancho, tiene el típico fisura con los ojos quemados esperando ansioso a un costado, metiéndose y sacándose las manos de los bolsillos.

Lo único que queda es caminar 25 cuadras para comerse un pancho decentemente, o comprarse un paquete de Wilson o Champions (Aceptemos que las Vienissima están caras) y cerrar el hueco en nuestros corazones. Eso si, si viven en Ezeiza.

Si viven en San Justo pueden ir a Pancho's 69, donde tienen el dibujo de un Fido Dido acostado en una sexy posición con un superpancho en la mano.

Ese coso y esos cositos

Yo creo que la peor maña que puede tener una persona es la palabra "coso", le puedo perdonar que te diga "vistes" cada dos palabras, o que diga "ah re", pero no puedo tolerar a una persona que te pregunta "¿me alcanzás el coso ese de la mesa?"

La Doble cuando era chiquita tenía esa maldita costumbre. Era renegar todos los días y todo el tiempo, estar con ella se volvía insoportable. Incluso no sólo llamaba a las cosas "el coso, la cosa, el cosito" sino que me decía a mi misma "Che, coso, mirá esto". Yo odiaba, renegaba, puteaba. Y su madre por supuesto, estaba de acuerdo conmigo. Ella también renegaba.

Un día de lluvia estábamos armando un rompecabezas con la Doble y la Repetida, en la misma mesa estaban mi madre y Mita, la madre de la ellas tomando mates. Todo venía tranquilo hasta que la Doble tuvo que abrir la boca:


Doble:

"Hey mami ¿me hacés coso?"

Mita:

"¿Qué si te hago qué?"

Doble:

"Coso, esos que vos hacés siempre"

Mita:

"No, no sé ¿qué coso?"

Doble:
(un poco sacada por la falta de comprensión de su madre)

"¡El coso mamá!"

Mita:
(Acabándosele la paciencia, sujetando fuerte el mate)

"¿¿¿Pero qué coso???"

Doble:
(Enojada, con ceño fruncido y todo)

"Esos cosos que vos los metes en un cosito y se hacen cositos"

Mita:
(Enojada, amenazando con una mano un futuro tatequieto en la nuca)

"¡Hablá bien o te parto la cabeza! ¿¿¿QUÉ COSO???

Doble:

"¡Pochoclos! ¡Pochoclos!"


Hablando se entiende la gente. Ese día: Santo remedio.

Jueves de Reflexiones y Verdades

La semana pasó volando y ni siquiera tocó bocina, para mi que hay alguien que me está robando los lunes y los martes y yo todavía no me entero.

Ahora si, las reflexiones:

1 - El Monopoly es un juego inventado sólo para que las madres compren ansiolíticos y pastillas para dormir, ya que sólo genera peleas y discusiones entre hijos y vecinos, los cuales siempre terminan siendo arrastrados de los pelos por el macho alfa.

2 - Existen el helado de pescado y de arróz con leche ¿Pero quién los compra?

3 - No importa cuan gastado esté el pomo de pasta dental, siempre se le puede sacar un poquitito más.

4 - Es una ley de Murphy. Tenés crédito y no sólo te quedás sin batería en el celular, sino que se corta la luz.

5 - Es otra ley de Murphy: Toda Pupolina cruzando la calle para ir a comprar una pasta dental hace gritar a una madre "Y TRAE UN PAPEL HIGIÉNICO".

ODIO LOS PUTOS BOTONES PERO YA DEJEN DE PREGUNTARME POR QUE.

Lo expliqué una vez. Dos veces no.

Hola Desconocida ¿Me prestás tu celular?

El miércoles mientras viajaba a San Justo en el 306 iba tratando de aguantar las náuseas que me causa el viaje de una hora que tengo que hacer para ver al Chino, ultimamente utilizo un método que me está siendo muy eficiente y es cerrar los ojos durante todo el viaje y cantar alguna canción que me distraiga, una y otra vez. Esto no sólo me sirve para no desgraciar el colectivo sino también para no tener que verle la cara a nadie ni tener que ceder el asiento.

El miércoles parecía funcionar muy bien todo esto hasta que se me acerca una mujer rubia (teñida), extiende su mano y con el dedo índice golpea mi brazo. Yo estaba sentada en el último asiento a la derecha, junto a la ventana, con mis ojos cerrados cantando "vamos a llamar al lobo para que saque a la chiva, el lobo no quiere sacar a la chiva, la chiva no quiere salir", la mujer me miró y yo la miré a ella, abriendo de a poco mis ojos que casi estaban a punto de quedarse dormidos. Ella me dijo:

Mujer desconocida y teñida:

"Hola" (con una sonrisa en el rostro, casi como si yo fuese su amiga de toda la vida)

Yo la miré, la examiné un poco porque tal vez la conocía, no por nada ella me va a saludar así. Y le contesté el saludo.

Mujer desconocida y teñida:

¿Te puedo hacer una pregunta?


Pupolina:
(pensando que me va a preguntar la hora)

Si, decime.

Mujer desconocida y teñida:


¿No me prestarías tu celular para llamar al servicio de atención al cliente de Personal? Es gratis, pasa que recién perdí mi celular y es a abono mensual y quiero llamar para avisar.

Yo la quedé mirando y después miré para el resto del colectivo, yo era la única que estaba atrás, sola, y a simple vista durmiendo. En los demás asientos había otras personas, completamente despiertas y despaviladas como para poder ayudarla. La miré y la mensa me miraba con una sonrisa en el rostro. Me toqué el bolsillo para sentir mi celular dentro de él. Se me ocurrió pensar en mi misma pidiéndole el celular a un desconocido en el colectivo y pensé que era una completa caradurez.

Pupolina:

Yo tengo Claro. No te sirve.

Mujer desconocida y teñida:

¿y qué hago ahora?


Pupolina:

-¿cómo "qué hago ahora"? A mi qué me importa qué vas a hacer ahora. Yo no te conozco - No sé... Podés preguntar en un locutorio o buscar una agencia de Personal, ellos te van a saber decir.


Mujer desconocida y teñida:

¿y qué digo?


Pupolina:

-Esto no me puede estar pasando a mi... ¿qué tengo? ¿cara de servicio de atención al cliente? Le podés decir que perdiste tu celular y es a abono, capaz que te dan un chip con el mismo número.


La mujer me miró como insatisfecha con mi respuesta, y en cuanto miró para otro lado del colectivo como señal de duda yo me dí vuelta para la ventana y cerré los ojos. Esperaba que me volviera a tocar el brazo porque la gente es así, estúpida. Pero no. Se quedó sentada y tranquila al lado mío. Mientras la mensa pensaba yo le saqué una foto. Es esta:



Si la llegan a ver en algún colectivo, háganse los boludos.

Sólo voy a decir una cosa respecto a Sandro.

No me caía bien, pero entiendo a todas las viejitas que van a llorar a su casa en Banfield y Congreso. Después de todo si se muriera Tilo Wolff yo estaría así: llorando como una Magdalena.

He de confesar (03)

Van 19 horas del año 2010 y ya puedo asegurar que me rompen las pelotas:

- Cuando las viejas llaman a la policía o a la ambulancia y a los 4 minutos empiezan a quejarse porque no llegaron. Está bien que se los necesita urgente, pero tampoco hacen magia. El otro día hubo un accidente y la ambulancia tardó alrededor de 20 minutos. La vieja que llamó, apenas colgó dijo "¿Por qué tardan tanto? Tendrían que estar acá, esto no puede ser"

-La gente que no entiende las propagandas y te pregunta el significado. ¡Por dios! ¡Es una propaganda! No es mucha ciencia. Además convengamos que no son muy difíciles de entender y tampoco hay ninguna necesidad de hacerlo. Pero sinceramente estoy podrida de mirar la tele y que alguien me diga "¿y por qué el pajarito carpintero le dice todo eso a la chica de la propaganda de Twistos?"

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