Sensibilidad de Espectador

Se vino el calor, y como afuera el sol quema como los mil diablos es preferible quedarse en casa, mirando tele con el ventilador prendido - o en el caso de los más afortunados economicamente, un aire acondicionado - comiendo helado o tomando una gaseosa bien fría. Sobre todo los fines de semana que afuera no hay nadie y está perfecto para entregarse a la fiaca.

Pero, señoras y señores, a la hora de ver televisión ¿con qué nos encontramos?

-Canguro Jack.
-Nuestros Labios Están Sellados.
-Pasaporte a Paris.
-Buddy Superstar.
-Dr Dolittle.
-Las Mujeres Perfectas.

Y una interminable lista de películas pedorras que carecen de sentido e imaginación. Una igual a la otra y todas una porquería. Es el horror de todos los fines de semana.

En pocas palabras tenemos un par de opciones para elegir: O vemos a las gemelas Olsen de vacaciones viviendo aventuras completamente absurdas y aburridas, o vemos al perro que hace todos los deportes, el cual siempre se pierde y lo encuentran justo para terminar el partido, que termina siendo un triunfo para el equipo que lo tiene a él haciendo el gol de la gloria eterna.

Y no digan que esto sólo pasa en Telefé. Multicanal ultimamente está ofreciendo películas como esta, que se llama Splendor y basicamente se trata de una rubia que una noche conoce a dos tipos (uno rubio y uno morocho porque ella no le hace asco a nada) y se enamora de los dos, viven los tres en la misma casa y después de mil quilombos se queda con los dos, que se la comparten porque se volvieron como hermanos.

Lo único rescatable que puedo rescatar (Valga la redundancia, me saco el saco y te traje el traje) son las nuevas series que hay en el canal Fox, como Lie to Me y Mental. La primera se trata de un experto en expresiones faciales que se llama Cal Lightman y te puede cachar mintiendo porque es un genio. Y la segunda de un nuevo director en un hospital psiquiátrico, un tipo con métodos ortodoxos de recuperación (Véase: Afanado de Dr House).

Entonces llegamos al petitorio: Ustedes, los que pasan por acá muy seguido y son gente inteligente, me puden hacer dos favores. El primero es ir y asesinar a los directores, actores, y trabajadores de todos los canales que encuentren y donde consideren que está bueno poner esas películas pedorrísimas al aire. Y segundo, recomendarme algo para ver porque no puedo seguir asi, tengo baja la moral.

Somos pocos y nos conocemos mucho

Encima que ultimamente no ando de buen humor, hoy mientras esperaba el llamado del Chino y mientras iba caminando por la calle esquivando humo de porro por la plaza suena mi celular, pero en lugar de ser quien yo esperaba me encuentro metida en esta conversación:

Pendeja Eufórica:
"¿Ma?"
Pupolina:
"No, equivocado."
Pendeja Eufórica:
"Dale Ma. Soy Anto, no te hagás la boluda."
Pupolina:
"¿Perdón? Te dije que equivocado. "
Pendeja Eufórica:
"Daaaaale Mamá ¿qué onda? ¿estás en pilla?"
Pupolina:
"No. ¿Y vos sos sorda? Te dije ya tres veces que estás equivocada."
Pendeja Eufórica:
"dale mamá que somos pocos y nos conocemos mucho."
Pupolina:
"Pero dejate de joder. ¡Debés estar re bien como para no reconocer a tu propia madre! Hacele un favor al mundo y chocate con una bala de frente"
...

¿A dónde te fuiste adolescencia?

Ayer cuando me levanté tenía un año más. Esto trajo muchas reflexiones para mi, una de ellas muy importantes: Ya no soy adolescente. Pero ¿cómo pasó? ¿En qué momento? y sobre todo ¿Por qué nadie me avisó esto?

Ahora se supone que estoy dentro del grupo de los jóvenes, ya no soy más una adolescente en plena rebeldía como decía mi abuela. Ahora en lugar de juntarme con los muchachos a tomar algo y escuchar cada tanto las bandas punk pedorras que ponen Milo y Michel me voy a dedicar a leer apuntes y tomar café con los nuevos conocidos, los cuáles seguro aparecen en un par de meses y por como vienen las cosas van a ser jóvenes poéticos y frustrados que estudien letras o filosofía.

Se terminan los recitales de barrio, las zapatillas caminantes, las lapiceras bic trazo finos para machete, la secundaria, los chupetines, el recreo, la preceptora, la técnica (gracias a dios)

Se termina la adolescencia.

Si yo decía que las cosas venían muy tranquilas como para no ser sospechoso...

¡Ni siquiera eso!

Como cuesta acostarse a leer un libro y encontrar un punto de comodidad donde no se te enfrìe la espalda, ni se te destape una pierna, ni se desacomode la almohada. ¿Por qué? ¿por qué el cuerpo humano tiene que tener tan incomodo?

Todo tiene un razonamiento meramente matemático. El lado en el que te acuestes es inversamente opuesto al lado del libro que tengas que leer. Así es como digo que si te acostás mirando para la derecha te va a costar leer la página izquierda del libro, si levantás el libro para poder leerla se te duerme el brazo. Ergo: Largás el libro y sentís el hormigueo unos 3 min.

A entonces B.

B entonces C.

Por lo tanto: Al carajo.

De la misma manera funciona si te acostás durmiendo del lado izquierdo, sólo que esta vez vas a poder leer más cómodo el lado izquierdo pero te va a costar más leer el lado derecho.

De todas maneras los capítulos de la mayoría de los libros comienzan desde las páginas derechas. Por lo tanto te conviene acostarte del otro lado. Años de jugar al tetris diría yo.

Ahora si. Si te acostás mirando para arriba se te cansan los dos brazos. Vas a estar como mucho 15 min así, después viene tu gato (en el caso de que tenga uno) y se va a mordisquear el libro, los dedos, el codo y si te descuidás un poco te va a rasguñar un ojo cuando parpadées. Eso implica salir corriendo al hospital o salita de emergencias más próximo. Y puede ser letal.

Si te acostás panza abajo sos un pelotudo. ¿cómo pretendés leer así? Si no tenés suficiente luz porque te la estás tapando.

Lo más razonable sería sentarse en la cama y apoyarse en la almohada para poder leer, pero la gracia de acostarse era justamente eso: Acostarse.

Las Contradicciones Sin Fundamentación.

Hoy cuando venía de comprar papas fritas y maní en lo del Tano se me prendió el foquito. Todos los padres dicen lo mismo.

Cuando los hijos son lindos, simpáticos, divertidos, y por supuesto chiquitos dicen:


- "No. Laurita va a tener novio cuando sea grande, a los 40 años"

Sino por supuesto:

- "Miguelito es de mamá ¿No, Miguelito? Él no va a dejar nunca a mamá"

Pero después cuando los hijos crecen, se vuelven más grandes, más peludos y empiezan a sobrar los padres se contradicen, como suelen hacer comunmente (no porque son humanos, sino porque son amargados) y dicen:

-"¿Cuándo te vas a ir y me vas a dejar de romper las pelotas? Ya sos grande, tenès 20 años!"

Es una cosa de locos. Está bien, uno ya no es chiquito, ahora tiene más problemas y además tienen razón, con 20 años empieza a ser hora de que cáda uno se busque su propio lugar "Aquí se rompió una taza..." pero "¿No que yo no te iba a dejar nunca, mamá?" pensará Miguelito.

Además está también aquel reproche que siempre existió y existirá en todas las bocas de las madres:

"está bien, yo te regalo el perrito pero lo vas a tener que cuidar para siempre. No vaya a ser cosa que te cansés de él porque no hay reclamo. Es PARA SIEMPRE. Es TU RESPONSABILIDAD"

¿vieron? Cuando el perro es chiquito y simpático, y sobre todo cuando el perro es una novedad es divertidisimo. Le damos de comer, lo sacamos a pasear y le limpiamos la caca contentos, con una sonrisa de oreja a oreja. Pero cuando el perro crece y no tiene ganas de jugar porque está tirado en frente de la estufa ya no es tan divertido.

Pero los padres sí nos pueden cagar a pedos a nosotros. ¿Por qué?


"¡Porque soy tu mamá y punto!"


Tamadre...



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