Ellos huelen tan bien

Mañana mismo me voy a la cancha de Racing a ver una de mis bandas favoritas, así que seguramente si no vuelvo hasta el lunes o martes no se preocupen, seguro para ese entonces estaré en alguna esquina recuperando la conciencia. Pero el miércoles seguro que ya ando por acá.

¿Qué banda voy a ver? Rammstein. Una banda alemana de industrial metal. Cuando yo era una mocosa que se comía los mocos y tenía 14 añitos la conocí y esta es la primera vez que la voy a ver, ya con 21.





Les dejo un video (Subtitulado para que no me tiren cascotes en los comentarios)con uno de mis temas favoritos. Si ya sé lo que van a decir. Me van a decir que es agresivo tal vez y que las letras son raras. Pero Damas Gratis, el Judas y todas esas cosas que escucha la Doble insitan a lo' pibe' a drogarse y robar kiosquitos. Rammstein insita a oler minas y correrlas arriba de un puente. Ustedes diganme.


P.D: El video se ve muy grande y me tapa los cositos del costado del blog, pero no importa. Ahora estoy apurada y no puedo quedarme a arreglarlo porque me tengo que ir a bañar. Yo no huelo tan bien.

Érase una vez un viaje

Prometí que iba a contar cómo fue la pelea con la Villu pero la verdad que no vale la pena. Hay cosas más interesantes que eso y si bien me encanta regocijarme en mi asquerosa felicidad por el pleitito tengo algo más para escribir acá.

El domingo estaba en mi casa y decidí ir a visitar a mis amigos de barrio uno: Flora entre ellos. Así que fui a esperar el colectivo que va para allá, el cual pasa cada 40 minutos. Cuando iba cruzando la ruta vi pasar uno, pero sin importar nada esperé el siguiente.

El siguiente no paró porque venía hasta las tetas. No me importó. Esperé el siguiente.

Cabe aclarar en este punto, para que después no me pregunten en los comentarios, que yo vivo cerca del nuevo hospital de Ezeiza. Recuerden este dato.

Cuando por fin vino el colectivo subí, me senté y viajé durante media hora. Todo tranquilo hasta el momento porque el colectivo no contaba más que, como mucho, diez pasajeros y un colectivero. Ibamos a mitad de camino cuando una mujer le pregunta a otra mujer sentada de lante mío y vestida con traje de seguridad aeroportuaria:


¿Esa chica que está atrás es tu compañera? Porque se descompuso.


Cuando la mujer terminó de decir esto escuché un llanto y un eructo. Me di vuelta para ver qué pasaba y me encontré con una chica de veintitantos años acostada en los cuatro asientos de atrás, llorando, eructando y diciendo - Me voy a morir... me voy a morir...- El colectivero nos empezó a mirar a todos para calcular a cuántas personas iba a retrasar si llevaba a esta mujer al hospital. Nos preguntó masivamente si podía llevarla. Todos dijimos que sí. La mina se veía bastante mal.

Emprendimos el viaje de vuelta y yo ya llevaba una hora y cincuenta minutos retrasada. La intención era ir, tomar unos mates, charlar y volver, el tiempo que estaba ocupando en viajar era casi el mismo tiempo que me iba a tomar todo lo que quería hacer. No importó. Andaba de buen humor después de todo.

El colectivero iba a los santos pedos, la mina descompuesta empezó a gritar, la gente empezó a tener miedo y a agarrarse fuerte. Los autos en la ruta no se corrían y no entendían por qué el colectivo iba en sentido contrario. Todo era un quilombo. Después de varias discusiones del colectivero con los compañeros de ruta y de varios padres nuestros de parte de nosotros llegamos al hospital. Estacionamos en frente de la guardia y la mujer bajó junto con dos compañeras de trabajo. Antes de bajarse la mina vomitó todo un líquido verdecito. (Lo siento, yo me he tenido que aguantar ese detalle en vivo, ustedes lo van a tener que leer)

El colectivero, después de dejar a estas mujeres en la guardia, decidió volver al recorrido. Pero se olvidó de llenar una planilla en el hospital donde constatara que perdió una hora de viaje porque una mujer estaba vomitando en su colectivo. Así que cuando se dio cuenta de esto (diez minutos después) volvió al hospital.

Colectivero:


"Muchachos, ya vengo. Voy a llenar la planilla porque sino me van a rajar a la mierda. Ya vengo,eh!"


Decidí en este momento sacar un libro de la mochila y ponerme a leer. Sabía que el colectivero iba a tardar un rato largo y a pesar de poder ir caminando no me pareció buena idea haber esperado tanto tiempo para, al final, regresar a mi casa. Estuve leyendo como mucho dos minutos enteros y de repente todo se interrumpió con ruidos, gritos y bocinazos. Todos en el colectivo empezamos a mirar por las ventanillas y vimos a una mujer gorda saliendo de un coche frente a la guardia y corriendo de un lado a otro.


"¡UN MÉDICO! ¡UNA ENFERMERA! ¡UN MÉDICO POR FAVOR!"


Mientras tanto la gente se amontonaba y la puerta del coche seguía abierta. Nosotros no podíamos ver qué había en ese coche pero nos imaginabamos algo con tripas para afuera o un ojo salido. Intetábamos adivinar qué podía ser cuando apareció una doctora y una enfermera con toallas.

Taparon , gritaron, llamaron a otra enfermera, pidieron espacio. La gente que estaba alrededor empezó a sacar celulares y a filmar. Un hombre vestido de seguridad se movía de un lado a otro, en ese momento no reconocí a ese hombre pero luego me enteré que era Gastón, el hermano de Flora. De golpe todo quedó en silencio. Y luego del silencio la doctora sacó del coche, entre toallas y paños húmedos, un bebé todo mojadito y asustado. Los aplausos fueron efusivos. La gente se pone de acuerdo para este tipo de cosas. Nosotros también aplaudimos. No sabemos por qué, pero lo hicimos igual.

Nuestro colectivero apareció poco después de eso, pidió disculpas y arrancamos de nuevo para la ruta. Tardamos lo que suele tardar el viaje. Llegué casi dos horas después de lo que debería haber tardado. Barrio uno cambió muchísimo. La plaza está reformada, la iglesia sigue siendo un detalle pintorezco, el cine abandonado está pintado de blanco y ya no tiene gracia. El hospital viejo es un edificio lleno de eco.

Cuando llegué a la casa de Flor me preguntó por qué tardé tanto.


Pupolina:

"No me vas a creer pero..."

Flawless Victory, che!

Un día tenía que pasar. Era inevitable. Años y años de miradas furiosas, de insultos, de "ya te voy a agarrar a vos!" tenían que llegar a un límite.

Señores: He tenido mi primera pelea callejera de la cual salí victoriosa. Y no sé si está bueno celebrarlo, porque en cierto modo siempre me han dicho que nadie gana y nadie pierde en una pelea. Pero según la Doble sí, hay alguien que gana: Gana quien cobre menos y tenga menos heridas en el rostro. Y como yo el rostro lo tengo bien (Acá faltaría mi viejo diciendo: Está un poquito desordenado pero nada más) y el restro del cuerpo también entonces gané yo. Según mi compañera, claro.

Me cansé. Agotaron mi paciencia. Y yo que mido un metrito y medio de pura ternura no esperaba jamás sacarme de tal manera. Cobré si. O más bien pagué. Pagué con un par de mechas porque eso es lo que hace la gente como la Villu, arrancar mechas porque no saben perder limpiamente.

¿Saben cuándo me di cuenta de que tenía ventaja? cuando la vi correr a su casa pidiendo por su madre.

"Mamáaaaa MAAAAA PAPAAAAAAÁ ABRAAAN!!!"

Hoy me voy a la casa de la Chejo y cuando vuelva les cuento mejor como pasó todo esto. Lo que si, a pesar de que esté mal moralmente, le pegué una sacudida...

Melchor, Gaspar y Baltazar ¿No me traen la mochila Wilson?

Hace unos días me enteré de algo que todavía no creo. Es imposible. No podés llegar a un grado de inocencia y pelotudez galopante como para esto que les voy a contar. Fuentes fidedignas (si se dice así, ni puta idea) me han corroborado que si, que es verdad, "¡Te lo juro por mi hijo que es verdad!" me dijeron. Pero bueno, vamos a los hechos que es lo interesante.


Ponele que tenés 14 años ¿No? Con 14 años te enteraste de mil cosas. Te enteraste que la cigüeña no te trajo volando desde Paris y te dejó en la chimenea -porque ni siquiera tenés chimenea, pequeño detalle - y que el ratón Perez no existe, ni Papá Noel, ni el atentado a las torres gemelas, ni los zombies, ni nada de eso.

Tarde o temprano alguien te lo dijo o lo viste vos solito. Porque por más que vos intentes creer que un gordo vestido de rojo viene desde el culo del mundo a dejarte regalos, alguna vez habrás espiado escondido detrás de la pared del comedor y lo viste al tío Tito o a la tía Pocha (Digamos, parientes que todo el mundo pasa por alto y son siempre mandados a hacer este tipo de misión kamikase ya que los mocosos generalmente evitamos a la tía pocha, porque tiene bigotes que cuando te encajan un beso pinchan) y de golpe sentiste la desilusión, pero sobrevivís. Claro que sobrevivís, si de todas maneras tenés los regalos.

Redondeando ¿Verdad? Ajá.

Bueno. Hace poco me enteré que una prima de una amiga tiene 14 años y crée en los reyes magos, pero que nadie le dice nada porque nadie se anima a decirle nada. No se lo dijeron cuando era chica por quitarle la ilusión y ahora se sorprenden de que viva ilusionada.

Lo que me sorprende a mi es la situación ¿cómo hacés? ¿Cómo podés no creer en un ratón re simpático que te cambia moneditas por dientes y en cambio sí creer en tres vagos con barbuza que te regalan lo que sea a cambio de nada? Alguien alguuuuuna vez le tuvo que haber dicho algo a esta mina. Un amigo, un compañerito de la escuela, una tía metepúa (la pocha por ejemplo) un novio. No sé. ¡Alguien por el amor de dios le tuvo que haber dicho a esta infeliz que semejante boludez atómica no es posible! Pero no. La mina cree. Posta que cree. Y lo peor de todo fue lo que pasó el año pasado, cuando la chica esta, supongamos que se llama Lucía (porque tampoco queda bien dejar el nombre real de Macarena), le dice a la madre que le va a pedir a los reyes magos una mochila Wilson.

Mamá de Lucía

"Luci... Capaz que este año ya no te traigan nada los reyes. como sos grande ya... Los reyes traen cosas a los nenes chiquitos y vos ya tenés 14 años"

Imaginate cómo fue.

Claro que se puso mal. Se encerró en la pieza a llorar un poco y a escribir una carta. La carta no la leí, me la contaron. Y puedo rescatar algo más o menos así:

"Queridos Reyes Magos. Soy Lucía de tal. Mi mamá me dijo que ustedes no me van a traer más regalos porque yo ya soy grande. Pero yo creo que eso no tiene importancia. Yo soy grande pero soy una chica buena. Estudio mucho y me saco buenas notas y además me porto bien con mi primito chiquito, Juampi. Siempre juego con él y le tengo mucha paciencia. Soy una buena hija y una buena persona. Me puse muy triste de saber que no van a traerme más regalos porque creo que me los merezco. Entiendo que esté grande y ustedes tienen que regalar muchas cosas a todos los chicos del mundo pero igual.. Solamente quiero una cosa: una mochila Wilson. Mis papás no me la van a poder comprar. Ya me dijeron. Porque es muy cara. Es por eso que iba a pedirles a ustedes que me la traigan. Pero ahora que sé que ustedes tal vez me consideren muy grande para esto entonces no sé... solamente les pido eso nada más. Pero si no quieren no importa... Les pido de corazón que no se olviden de mi primito que él sí es chiquito todavía. Les mando muchos cariños y muchos abrazos. Lucía."

Cuando terminó de escribir la carta esperó a que nadie estuviera afuera y la dejó en el buzón de la entrada como todos los años. Nadie la vio, por supuesto. Pero la carta no se iba a evaporar. Cuando la madre salió a regar las plantas vio algo blanco en el buzón y pensó que era la factura de Edesur, pero se encontró con la carta a los reyes magos.

Cuando la leyó no sabía si llorar de risa o de pena. Salió corriendo y llamó por teléfono su hermana.

Mamá de Lucía

¿Podés creer que le dije que los reyes no le iban a traer nada y les escribió una carta pidiendo que le traigan la mochila? No sé qué hacer... No puede ser tan pelotuda.

Tía de Lucía

Bueno, qué se yo. Se la compramos entre todos.

Llegó el día de reyes y ella había colocado los zapatitos, el pastito y el agua. Cuando encontró la mochila no le entraba la sonrisa en la cara. Estaba inmensamente agradecida con los tres reyes y fue a desayudar y a contarle todo a la madre.

Lucía

"Menos mal, mamá, que no tuviste que comprar vos la mochila y me la trajeron los reyes..."


Creo que si me causó gracia todo este asunto es porque por dentro siento envidia. Si con 14 años todavía se es capaz de creer en algo, es envidiable. Pero por otro lado cuando terminé de escuchar toda la historia fui corriendo afuera, al patio, y me reí tanto pero tanto que se me cayó un pedo.

Probando, probando, uno dos tres...

Cuatro, cinco. Bueno, a ver. Si todo anda bien ya les puedo estar dejando un video. Sólo para probar por hoy.





¡Qué maravilla la tecnología!

Si nunca antes habías visto este video no tenés vida. Eras un nene de mamá que se dormía a las 22.10 después de haberte cepillado los dientes y esperado el besito de las buenas noches. A aquellos que se desvelaban y miraban Dragon Ball a las 12 de la noche en el Magic Kid seguro que luego de finalizar el episodio iban a hacer zapping por fox y se encontraban con esta propaganda.

Se descuajeringó nomás

Volvemos a lo clásico.

Por alguna razón esta tardecita lluviosa tuve la oportunidad de usar la pc un rato y me encontré con el blog patas para arriba. No se veía nada. Era como si hubiesen cortado todo con tijeras. Se me ocurre qué pudo haber pasado pero es mejor no hacerme problema por ello. El blog está acá. Eso importa.

Bueno, ya que estamos ¿Alguien me puede decir como carajo subo un video de Youtube acá? ¿Dónde changos está Tomás Münzer cuando uno lo anda necesitando?

Hoy me doy el gusto de poner un video. Cortito. 41 segundos tiene.

Entre todas las cosas que uno hace en el día, ser tía (postiza pero de corazón) es lo mejor. Con la Doble nos sentimos inmensamente felices por eso y a pesar de que las dos tenemos las memorias del celular llenas - y no alcanza ni para cumbia ni para música de verdad - con fotos y videos del mocoso sentimos que no importa.

Le quiero enseñar la palabra "culo" pero se resiste.



"Hola perro, decile.

Salí perro.

¡Fuiiiira perro!"

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