Amigurumis high quality boló

Más o menos van mejorando. Todo todo todo sin ningún tipo de patrón, sino simplemente un Manos a la Obra liso y llano. Si está bien che... algún que otro vistazo al gran Google que siempre ayuda. Hace un par de semanitas que no hago nada pero en cuanto compre lana blanca me mando un par de osos y les aviso como quedan.






¿y a vos te importa?

Nunca hablé sobre política en este blog, porque sé que sería armar un debate donde la mitad de la gente que entre me va a apoyar y la otra mitad me va a tirar huevos podridos a la cara. Contando que son siempre los mismos los que todavía siguen el cuaderno me estaría jugando la mitad del cariño que les di y que ustedes me dieron, y para mi su opinión siempre será importante, estén o no de acuerdo conmigo. No quiero ofender las creencias de cáda uno, así que por favor no se sientan ofendidos con mi punto de vista.

El país está a punto de afrontar una decisión importante, o más bien dos. La primera es permitir a dos personas del mismo sexo el derecho al matrimonio, la segunda es la posibilidad de adoptar a un niño. Ayer el noticiero no dejó de pasar imágenes de gente haciendo el típico cacerolazo, algunos a favor y algunos en contra. Era ya tarde, el sol había bajado y hacía un frío de cagarse y la gente seguía ahí, defendiendo su causa.

Antes de seguir, quiero decirles que yo estoy a favor de que dos personas (no me interesa el sexo) se casen, si es que realmente se aman y quieren vivir juntos para siempre. También estoy de acuerdo a que esas dos personas adopten a un chico, el cual en estos momentos, mientras otros discuten y pelean por tener la razón, está pasando hambre, frío y todas las penurias que una persona completamente abandonada puede pasar.

Diganme qué carajo les importa a un grupo de religiosos, cuando dicen "Eso es pecado y Dios los va a enviar al infierno". ¿Qué les importa a ellos? Si en todo caso estas personas están ofendiendo el mandato de Dios, supongamos en el caso de que así sea, serán ellos los que irán al infierno. Ustedes, gente religiosa, vayan a su casa y cuiden a sus hijos, ya que por el hecho de ser mujer y varón están completamente capacitados a cuidarlos, entonces dejen de joder a otras personas y vayan a cuidar a sus hijos y ponganse a rezar tres mil quinientos padres nuestros si así lo desean. A estas personas no les interesa en lo más mínimo, porque hay algo más grande que la religión, hay algo mayor, y es el amor que tienen para dar, y estoy segura que eso es lo más valioso que hay que cuidar, porque lamentablemente empieza a escasear este elemento en el mundo. Hay que cuidarlo.

No puedo creer que volvamos a los tiempos de la inquisición con respecto a este tema, al tomar el hecho por el nombre de Guerra Santa. Si existe Dios, que Dios los perdone entonces, porque ayer, a pesar de que estamos en pleno siglo XXI y nadie quiera verlo hay un gran acto de discriminación. A pesar de que algunos quieran disfrazarlo, ayer, hoy y tal vez mañana, existe un gran acto que es discriminar.

Voy a poner esta entrada bajo la etiqueta que mejor calza para el asunto.

Ira de Carretera

El domingo pasado cuando salía de la casa del Chino, después de una tarde gloriosa y tranquila sin queses ni porqueses (así, como Dios manda en una linda relación), mientras viajaba en el colectivo de vuelta a casa se me ocurrió ir a la casa de la Chejo ya que queda justo a mitad de camino. Así que la llamé por teléfono y me invité a dormir a su casa. Obvio, a mi no me dice que no, no sólo porque soy dulce, graciosa y simpática, sino porque soy pariente cercana y puedo ir a rayarle el auto al otro día.

Chejo
¡Eh! ¿Qué onda, sucia?

Pupolina
¿Qué hacé' Chejoliana? Te llamo porque estoy en el 306 y tengo pensado que sería una buenísima idea ir a visitarte y alegrarte la vida. Así de buena que soy nomás.

Chejo
Ah dale. Si, yo no tengo nada que hacer porque mi vida es aburrida e incípida. Venite para casa, venite.


Y bueno, me fui. Me quedé a dormir y toda la bola. Hasta ahí perfecto todo, excepto que a la noche veía que el techo de la pieza de la Chejo subía y bajaba y lo más extraño aún es que no habíamos consumido nada raro, excepto un choripán y un café. No le quise dar mucha bola porque tengo la extraña sensación de que si uno le da demasiada pelota a los fenómenos paranormales que suceden alrededor de cinco metros de radio de uno mismo puede aparecer una mina con un tramontina en la mano hablando en guaraní, o una vieja en camisón tarareando el Para Elisa. Para mi esa clase de bichos funcionan como los carteles mutantes del capítulo de terror de los Simpsons, si no los mirás se quedan quietos en búsqueda de algún curioso. Pero en lugar de decirle -Eh! tomá por mirón, gil - Estos bichos te tiran de las patas a la noche o te enloquecen algún pariente y el mismo te quiere arrancar los ojos con una cucharita de té.

Después de pasar la noche con la Chejo, al otro día estuvimos un rato largo charlando sobre la vida, la televisión y la mar en coche. Después de eso fui a esperar el colectivo para volver a mi casa. No lo esperé mucho, creo que llegó pasaditos los cinco minutos, me lo tomé y como una boluda en lugar de sacar $1,50 saqué $2. - No importa - me dije - Muchas veces sacaste escolar y le robaste al estado valiosos centavos para la nación y ya tenías 19 años. Otro día te colás en el tren y listo - Así que me acomodé como pude en el atestado colectivo y me preparé para unos treinta minutos de viaje. Todo tranqui hasta ahí ¿no?

Hasta que de golpe se escucha un "NONONONONO TUC!" y después un "BUAAAAAAA!" y después un "PELOTUUUUDOOOO" y a mi se me congeló todo. Justo en una esquina muy cerrada donde el colectivo tiene que doblar iba cruzando una mina. La mina vio que el semáforo estaba por cambiar de color y quiso cruzar rápido para no esperar dos minutos más, cruzó rapidísimo para que no la chocara el colectivo de la derecha que estaba por pasar. Pero obviamente no miró para la izquierda. El colectivo de la izquierda (donde yo venía silbando bajo) lo venía manejando un pelado que no la vio porque se quedó mirando el semáforo y dobló como tiene que ser: en verde. La mina cruzó corriendo y esquivó el colectivo, pero se le olvidó que tenía una mocosa en la mano, el colectivo le chocó la mocosa. Y la mocosa lloraba mucho.


Colectivero pelado

Abajo todos, vamo' vamo'.

Gente en el colectivo (a coro)

¡Uh! Sos un pelotudo...

Así que con sólo cinco cuadras recorridas me bajaron del colectivo. Tuve que esperar otro, que obviamente venía llenísimo. No llegamos a subir todos y ya no entraba más gente, así que cuatro o cinco nos quedamos en la esquina esperando el siguiente. El cual por supuesto, no nos creyó nada. Tras cartón yo no tenía monedas y el último kiosco estaba a unas diez cuadras. En cualquier otro momento me hubiese ido caminando a pedir monedas por ahí, pero después de la larga noche del techo volador no tenía muchas energías para volver caminando diez cuadras y tal vez encontrarme con un cartel que dijera "No cambiamos monedas. Ajo y agua" Así que recurrí a mi Plan B: La queja. Y por supuesto que funcionó.

A los cinco minutos, contados con reloj, el colectivero frena y dice en voz alta que la gente que subió gratis se vaya bajando. ¿Gente que subió gratis? las terlipes. Yo había pagado cincuenta centavos demás por ese boleto, me bajaron cinco cuadras después de haberme subido y se supone que nadie me estaba regalando absolutamente nada, así que no estaba dispuesta a bajarme sino hasta llegar a mi casa. Lo más loco es que algunos de los que subieron conmigo se bajaron con la cabeza gacha ¿Puede haber gente tan manipulable en el mundo? después se preguntan por qué no existen más los alfajores de diez centavos.

Como yo no me bajaba el colectivero empezó a toser un poco alto. Pobre... de tanto frío que pasa adentro del colectivo seguro se engripó. Después empezó a carraspear y mirarme con cara de culo, así que empecé a sospechar que era alguna indirecta. Aún así, no me bajé. Puse mi mejor cara de situación y me quedé ahí firme, como rulo de estatua. Toqué timbre al llegar a mi parada pero el chofer hizo como si no escuchara nada y me bajó dos cuadras después.

Ahora si. Todo ese quilombo del colectivo porque una mina no quiere perder dos minutos esperando para cruzar la calle. No sólo pone en peligro su vida sino la de su hija, la que se tuvo que comer el susto tremendo y la que gracias a dios no estaba muy lastimada (si, bueno, tenía un chichón gigante y un raspón en el cachete, pero todavía sirve, todavía sirve) Hace unos años una gorda grandota que vive acá a la vuelta quiso cruzar las vías del tren estando el carguero interrumpiendo el paso. Cualquier ser humano con un poquito de razonamiento y conciencia hubiese esperado. ¿qué hizo la señora? pasó por abajo, POR ABAJO DEL TREN. ¡Si al menos hubiese cruzado por arriba! Como mucho la hubiesen llevado hasta la próxima estación. Pero no fue así.

¿Qué se les ocurre que pudo haber pasado?

El tren arrancó mientras ella estaba cruzando por abajo.

Hoy en día esa mujer anda por el barrio con muletas porque le falta una pierna. Todo por no esperar dos minutos más.

¿Entienden el punto verdad?

Me puse el pantalón rosa del pijama y una remera de los Guns antes de acostarme. Bajé a Amelié, la perra molesta que siempre se acuesta en mi cama y deja la frazada llena de pelos, sobre todo porque se acuesta arriba de mis piernas y eso resulta incómodo para dormir. Me tapé hasta la frente, cerré los ojos y mientras contaba hasta tres mil quinientos me quedé completamente dormida.

Un segundo después, o quince minutos, o tal vez tres horas, me desperté en la misma posición en la que estaba. Todavía tenía la almohada un poco fría. No me quise mover porque estaba cómoda. Afuera, por el pequeño huequito que había entre las sábanas, se veía la ventana y pude ver que estaba oscuro. Mientras estaba acostada sentí que alguien caminó hasta mi cama. No me moví tampoco, porque pensé que podría ser mi hermano yendo a hacer el pichí de medianoche. De repente ese alguien se acercó más y me aplastó a través de las frazadas. Apoyó algo en mi garganta, algo similar a un perfume o un spray y lo aplicó. Yo escuché el "tchis tchis" y de golpe se me cerró la garganta, así nomás. Parecía que se me iba apagando la luz, incluso estando en completa oscuridad uno siente percepción visual y la mía se estaba yendo de a poco. En ese momento sentí una desesperación increíble.

Luego, quién quiera que sea, se fue. Dejó de presionarme y se fue caminando despacio hasta la puerta. Yo seguía inmóvil. Tenía miedo y estaba completamente segura de algo: Esa persona no era mi hermano. Mi garganta se fue abriendo de a poco y mientras eso pasaba me quedé dormida.



Es la cuarta vez que sueño esto.

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