Una madre y un durazno

Ella arrastraba una bicicleta con una mano envuelta en pañuelos. Le costaba, porque vaya a saber qué clase de heridas guardaba el vendaje. Tenía el pelo colorado, pero un colorado muy triste, muy apagado. Era como si intentara tratar de darle vida a su aspecto y las pocas ganas no fueran suficientes. Los ojos claros, de un verde manzana, parecían guardar mucha tristeza. Yo la ayudaba con la bicicleta, y arriba de la misma bicicleta habíamos puesto un árbol. El árbol pesaba mucho.

-Podes ir volviendo, no te preocupes, que yo voy a poder llegar a mi casa.

-No pasa nada. Unas cuadras más.

El árbol pesaba mucho y se resvalaba demasiado arriba de esa bicicleta. Ella hablaba mucho y yo pensaba mientras cruzaba la plaza del barrio y escuchaba lo suficiente. Mientras caminaba miré la iglesia del barrio. A veces las iglesias son casas grandes, donde uno va a visitar a sus seres queridos, como los cementerios. Ella venía de ahí. De ambos lugares. La iglesia frente a la plaza y el cementerio detrás del golf. Sin embargo ninguna de esas casas la reconfortaban. Hablaba mucho, si, pero con muchas pausas y cáda una de ellas mostraban que hacía mucho buscaba el calor de un hogar.

-Ni siquiera le plantaron pasto... ¿Viste que te venden las semillitas de pasto? Yo la pagué. Hace dos meses pagué el pasto y cuando fui a ver a mi hijo vi todo pelado... ¡Ni siquiera tiene una plaquita con su nombre! Era como haberlo dejado en un desierto. Además no te dejan poner flores ni nada. Esas normas de esos lugares horribles que dicen que "Todos tienen que tener lo mismo así nadie se siente menos" Pero cuando llegué vi todo tan vacío... Sentí que lo abandoné en medio de un terreno baldío. Pobre mi hijo...

¿Qué hago yo acá, arrastrando a cuestas una bicicleta que no es mía con una mujer que no conozco y que está a punto de tener una crisis de llanto en medio de la plaza?

-Pero no te pongas mal... Lo fuiste a ver. A veces hay que seguir adelante. A él tampoco le gustaría verte llorar (no hagas puchero por favor no hagas puchero) Yo creo que si él te está viendo debe sentir mucho dolor por ver a su mamá llorando.

-Si ya sé, ya sé... Por eso fui al vivero. Para comprar un árbol. No sé por qué necesité comprar un árbol.

-Tal vez sea la mejor manera de recordarlo. Los cementerios y las iglesias son lugares para deprimirse. Tu hijo no está en ninguno de esos lugares. Él está donde vos lo recuerdes. Puede estar en tu patio si vos querés que así sea. Podés recordarlo bien. El pasto, las placas y las flores de plástico no son importantes. Tampoco el cuerpo. Tu hijo no es un pedazo de carne enterrado en un terreno sin pasto.

-Gracias.

-De nada... ¿Vas a poder desde acá con la bici? Sino te acompaño unas cuadras más.

-Creo que voy a poder. Bueno... Espero tener suerte con este árbol. Lo pagué con la plata con la cual iba a comprar la plaquita de mi hijo.

-Puede ser mejor.

-Puede ser...



Y me dio un beso en el cachete. A pesar de que yo era una desconocida.

Era un árbol de durazno.

8 comentarios:

Thotila dijo...

Pupolina, es increiblemente conmovedor lo que escribio. La pregunta es ¿como pudo no llorar usted?.

Un gran saludo.

Pupolina dijo...

Thotila: No lloré pero la escuché y traté de darle una mano. Me conmovnió. Uno no se entera pero el barrio está lleno de estas historias, nos enteramos solamente cuando aparece una persona triste para comprar un árbol.

Hugo dijo...

La mayoría de la gente miraría para otro lado, vos hiciste lo que tenías que hacer, acompañarla.

Esos pequeños gestos son los que nos hacen sentir bien.

Mariano dijo...

Como es usual, don Hugo me anda sacando las palabras de la boca. No mucho más que agregar. Un gesto enorme. Y que lejos de soprender a alguno no debería ser más que moneda corriente en situaciones como ésa. O como cualquier otra que lo amerite.

Rocio McManus dijo...

Las historias de los barrios y de cada una de las personas que los componen son como pequeños largometrajes dignos de ser producidos por Spielgberg (no me acuerdo como se escribia ahora =( buh)

Efectivamente a las 3 de la mañana empezé con una seguidilla de risas diabólicas importantes a lo largo y ancho del país, así que si, era yo seguramente jajaja

te sigo, y nos leemos =)
besitos!

Anónimo dijo...

Hija, soy tu papa y me conmovio la forma que escribis y describis la vida misma. Tenes el don de conmover con tus palabras, pero a la vez son gratificantes para el corazon. Te quiero mucho, tenes pasta para esto, aprovechala.

Alejandro Trevissan dijo...

Hermosas palabras...muy hermosas...

Unknown dijo...

Acá llego desde Facebook...estoy conmovida... no tengo palabras... de verdad que es un don que tenes... no lo dejes pasar!

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